martes, 30 de junio de 2009

Winston Churchill (parte 2)

"Un optimista ve una oportunidad en toda calamidad. Un pesimista ve una calamidad en toda oportunidad."

Churchill fue nombrado lord del Almirantazgo y se embarcó inmediatamente en una profunda reorganización del ejército de su país. Primero se propuso hacer de la armada británica la primera del mundo, cambiando el carbón por petróleo como combustible de la flota y ordenando la instalación en todas las unidades de cañones de gran calibre. Decidido a contrarrestar el temible poderío alemán, impulsó la construcción de los primeros acorazados terrestres, consiguiendo que el tanque empezase a ser considerado imprescindible como instrumento bélico.

Era una época de decadencia económica, inquietud, descontento laboral y aparatosas huelgas, y el conservadurismo obstinado de que hacía gala no contentó ni siquiera a sus propios colegas. Todo el mundo estaba cansado de él y su popularidad descendió a cotas inimaginables años antes. Entre 1929 y 1939, Churchill se apartó voluntariamente de la política y se dedicó principalmente a escribir.

Churchill siguió perteneciendo al Parlamento, pero durante esos años careció prácticamente de influencia. Las cosas cambiaron cuando, al observar la creciente amenaza que Hitler constituía, proclamó la necesidad urgente de que Inglaterra se rearmase y emprendió una lucha solitaria contra el fascismo emergente. En reiteradas ocasiones, tanto en la cámara como en sus artículos periodísticos, denunció vigorosamente el peligro nazi ante una nación que parecía aquejada de una ceguera que podía acabar en tragedia.

Tras la firma en 1938 del Acuerdo de Munich, en el que Gran Bretaña y Francia cedieron ante el poderío alemán, la gente se dio cuenta nuevamente de que Churchill había tenido razón desde el principio. Hubo una docena de ocasiones en las que hubiera sido posible detener a Hitler sin derramamiento de sangre, según afirmarían después los expertos. En cada una de ellas, Churchill abogó ardorosamente por la acción.
__

domingo, 7 de junio de 2009

Federer gana Roland Garros


Una victoria cómoda por 6-1, 7-6 (1) y 6-4 ante el sueco Robin Soderling supuso el primer título de Roland Garros de Roger Federer, en la cuarta ocasión que disputaba la final de París.

Roger Federer completó el Grand Slam e igualó el récord de 14 grandes torneos que hasta hoy ostentaba en solitario Pete Sampras. El estadounidense lo logró tras 52 torneos disputados y superados los 30 años de edad, mientras que Federer suma 27 años y ha jugado 40 Grand Slam.

El tenista suizo es el sexto hombre que logra los cuatro torneos más importantes del mundo, tras Fred Perry (1935), Donald Budge (1938), Rod Laver (1962), Roy Emerson (1964) y Andre Agassi (1999).
__

Winston Churchill (parte 1)

"Cuando se está atravesando un infierno, conviene no detenerse."

Sir Winston Churchill fue un político británico tan popular como criticado. Su voz sacudía los espíritus e insuflaba grandes dosis de energía y valor a los ciudadanos. Su genio polifacético, además de llevarlo a conquistar la inmortalidad en el mundo de la política, lo hizo destacar como historiador, biógrafo, orador, corresponsal de guerra, novelista, aviador, jugador de polo y soldado.

Nació el 30 de noviembre de 1874 en el palacio de Blenheim, por aquel entonces propiedad de su abuelo, séptimo duque de Marlborough. Su padre era lord Randolph Churchill y su madre una joven norteamericana llamada Jennie Jerome.

Como militar, se incorporó al Cuarto de Húsares, regimiento de caballería reputado como uno de los mejores del ejército. Combatió en Cuba, la India y Sudán, y en los campos de batalla aprendió sobre el arte de la guerra todo cuanto no había encontrado en los libros, especialmente cuestiones prácticas de estrategia que más tarde le servirían para hacer frente a los enemigos de Inglaterra.

Trabajando como corresponsal del Morning Post en África del Sur, fue hecho prisionero y trasladado a Pretoria, pero consiguió escapar y regresó a Londres convertido en un héroe popular. Había recorrido en su huida más de cuatrocientos kilómetros, afrontando un sinfín de peligros con extraordinaria sangre fría. No es de extrañar que consiguiese un escaño en las elecciones celebradas con el cambio de siglo y que, recién cumplidos los veintiséis años, pudiese iniciar una fulgurante carrera política.

En el Parlamento, sus discursos y su buen humor pronto se hicieron famosos. Pero su espíritu independiente, reacio a someterse a disciplinas partidarias, le granjeó importantes enemigos en la cámara. Tras ser designado subsecretario de colonias y ministro de comercio en un gobierno liberal, Churchill previó con extraordinaria exactitud los acontecimientos que desencadenaron la Primera Guerra Mundial y el curso que siguió la contienda en su primera etapa. Sus análisis, considerados disparatados por los militares, se convirtieron en realidad y sorprendieron a todos por la clarividencia con que habían sido formulados.
__